La situación de la niñez y la adolescencia en situación de calle en el Paraguay es descrita principalmente a través de las observaciones de la sociedad civil y los programas implementados por el Estado, considerando que se trata de una población heterogénea, que debe ser comprendida de esta manera, en su diversidad para hacer frente a las necesidades particulares que demandan cada uno de los grupos.
Según datos del Programa Abrazo, que implementa la Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia, existirían aproximadamente 5.600 niños y niñas trabajando o mendigando en espacios públicos cerrados como mercados o abiertos como las calles, que aún tienen vínculos familiares, en los Municipios de Asunción, Luque San Lorenzo, Areguá, Ciudad del Este, Hernandarias, Pte. Franco, Saltos del Guairá, Villarrica, Coronel Oviedo, Pedro Juan Caballero, Caaguazú, Caacupé, Tobatí, Concepción y Encarnación.
El Programa de Atención Integral a Niños, niñas y Adolescentes que viven en las calles sin vínculos familiares (PAINAC), también implementado por la Secretaria Nacional de la Niñez y la Adolescencia, en Asunción, Gran Asunción y Ciudad del Este, informó que aproximadamente 140 niños, niñas y adolescentes viven en las calles en las zonas de la Terminal de Ómnibus, Calle Última, San Martín y Mariscal López, 4 Mojones y zonas céntricas de Ciudad del Este.
Los niños, niñas y adolescentes que se encuentran en esta situación sufren un gran deterioro físico por problemas de salud, fundamentalmente por enfermedades respiratorias; de piel; por pequeños accidentes, como cortaduras, golpes y otros; así como por enfermedades venéreas. En su mayoría inhalan cemento, también conocido como cola de zapatero, fuman cigarrillos y consumen crack en grandes cantidades durante todo el día. Muchos consumen marihuana y pastillas de anfetaminas.
Adolescentes privados de libertad
De acuerdo al documento “Propuesta metodológica para la elaboración de la Política Pública de atención a adolescentes infractores”, del Consejo Nacional de la Niñez y la Adolescencia, a abril de 2011 se encuentran privados de libertad un total de 253 adolescentes de ambos sexos, de los cuales menos del 10% tiene condena. La mayoría ha cometido hurtos menores.
De acuerdo al informe de la Comisión interinstitucional de visita y monitoreo a Centros de Privación de libertad de adolescentes, en su ronda de visitas, comprendida entre los meses de julio y agosto del 2008, se ha constatado que las condiciones de encierro de los adolescentes privados de libertad por causas penales son en muchos casos inhumanas y violatorias de todos los estándares mínimos de protección de las personas en situación de encierro. Se destacan:
·Falta de asistencia médica y odontológica.
·Falta del debido acompañamiento legal a su caso.
·Ausencia de implementación de programas focalizados en la reintegración de los adolescentes.
·Falta de medios de movilidad para trasladar a los adolescentes a las comparecencias judiciales.
·Las condiciones edilicias en varios centros son infrahumanas.
·Existen centros en el interior del país donde los adolescentes no han sido separados de los adultos.
·Falta de funcionarios especializados en adolescentes.
Niñez indígena, violencia y exclusión
La discriminación social que enfrentan los Pueblos indígenas en Paraguay, se ha traducido en invisibilidad en las políticas públicas y relaciones de absoluta inequidad en el acceso a sus derechos fundamentales. Hay numerosos esfuerzos por parte del Gobierno actual, en alianza con Organizaciones Indígenas y de otros sectores de la sociedad civil y de la cooperación internacional por dar respuestas. Se ha aumentado el acceso de los niños/as a los servicios de salud y de educación, y se han creado programas de atención a niños/as en situaciones de vulnerabilidad. Sin embargo, revertir la situación requiere un esfuerzo sostenido por parte del Estado, la sociedad y las organizaciones indígenas.
Un aspecto que impacta de manera directa en la niñez y adolescencia indígena es la pérdida de oportunidades de sobrevivencia física y cultural por la pérdida de territorios. El 42 % de las comunidades no cuenta con tierra propia y muchas de ellas enfrentan desalojos forzosos, amenazas y en muchos casos la permanencia de familias y comunidades en rutas y espacios de transición, ante la presión de los propietarios. Hay denuncias concretas de diversas comunidades de contaminación de fuentes de agua y alimentos, enfermedades y muertes causadas por el uso de químicos tóxicos en zonas cercanas a los sojales.
El 63% de los niños/as indígenas están en la indigencia, sólo el 6% accede a agua segura y 41% de los niños/as menores de 5 años están con desnutrición crónica. En el área rural, donde se encuentra el 92 % de la población indígena, se han registrado situaciones de trabajo forzoso que afectan a familias indígenas. Las oportunidades de educación escolarizada son todavía limitadas. Aunque se ha aumentado la cobertura, se estima que hay 20.000 niños/as fuera de la escuela.
Esta grave situación ha propiciado la emergente migración de las familias indígenas a los centros urbanos, colocando a niños/as, adolescentes y mujeres en situaciones de mayor vulnerabilidad. A través de diversos medios, las organizaciones indígenas y la Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia, han denunciado casos de niños/as en calle, víctimas de diversos tipos de abuso y explotación por parte de los adultos.
Datos sobre violencia contra la niñez en la prensa
Datos del Informe sobre Violencia, resultante del monitoreo de medios de prensa, elaborado por el Observatorio de Políticas Públicas y Derechos de la Niñez y la Adolescencia, aportan información significativa sobre este fenómeno y el modo en que los medios lo reproducen y contribuyen a construir imaginarios sociales al respecto. A continuación se incluyen algunos datos relevados.
El 70, 8 %, es decir más de 900 notas, ubican a niños, niñas y adolescentes como víctimas de algún tipo de violencia y el 30 % de las notas los ubican como agentes agresores, tal como puede apreciarse en el siguiente cuadro.
Vinculación con la Violencia
En cuanto a los tipos de violencia, casi todas las investigaciones revisadas coinciden que las dos formas más frecuentes de violencia son el robo y el homicidio. El monitoreo refleja casi la misma tendencia. La primera forma que aparece con mayor frecuencia es el robo/hurto (22,6%); en segundo lugar tenemos el homicidio (21,8%); y en tercer lugar figura el abuso sexual (21,3%). Con esto tenemos que más del 65% de las notas clasificadas hacen referencia a tres de las formas más comunes y graves de violencia.
Otro dato interesante es el que alude a los ámbitos en que más comúnmente los actos de violencia tienen lugar, conforme lo señala la prensa. En la investigación del año 2009 (Capdevila, Chamorro, Cabrera) se observó que en el caso de los hechos de violencia que involucran a los adultos, la gran mayoría de las notas mencionan la calle o la vía pública como lugares de ocurrencia.
En el actual monitoreo, que está enfocado enteramente a niños, niñas y adolescentes, tenemos una tendencia diferente -y por demás alarmante- pues predomina el ámbito privado y domiciliario.
Con relación a los instrumentos y técnicas de la violencia citados por los medios con mayor frecuencia, se observó en primer lugar la violencia aplicada contra los niños, niñas y adolescentes con arma de fuego, en segunda posición con arma blanca y en tercer sitio con golpes, alcanzando casi un 40% la violencia total aplicada con este tipo de instrumentos. Esto indica, por un lado, el fácil acceso que existe en nuestro país a las armas de fuego y, por otro, las graves formas de violencia a las que están sometidos los niños, las niñas y los adolescentes.